Receptores
La piel es la frontera exterior protectora del cuerpo, que se regenera permanentemente y que contiene en su interior una gran variedad de receptores sensoriales por medio de los cuales sentimos el dolor, el frío, el calor, la presión y toda otra sensación referida al tacto. Estos receptores no están distribuidos uniformemente sobre la superficie corporal. Por ejemplo los corpúsculos de Meissner, especializados para el tacto, se hallan en profusa cantidad en la palma de las manos y en la planta del pie, pero muy escasamente en la piel de los codos o de la espalda. Todas las sensaciones cutáneas se transmiten al cerebro por medio de las fibras aferentes de las neuronas sensitivas y los haces nerviosos medulares. La piel, también tiene un papel de suma importancia en la regulación de la temperatura corporal y en la protección antimicrobiana, pues gracias a su acidez fisiológica asegura una relativa esterilidad impidiendo la proliferación de gérmenes patógenos en su superficie. El cebo contribuye a la acción antimicrobiana pues al mezclarse con la transpiración produce sustancias lipídicas que inhiben la acción de hongos y bacterias. Además la piel nos protege de las radiaciones solares pues los rayos infrarrojos son detenidos por la piel y los UV por la melanina.
Corpúsculo de Krausse Receptores de las sensaciones de frío |
Corpúsculo de Meissner Receptores del tacto |
Corpúsculo de Vater-Pacini Receptores de las sensaciones de la presión |
Corpúsculo de Ruffini Receptores de las sensaciones térmicas de calor |