La glucosa ingresa a los tejidos a fin de proveer las bases energéticas para los mismos. Las células la incorporan por dos mecanismos: 1) a través de la insulina utilizándola como transportador, y 2) sin necesidad de la hormona. Aquellos tejidos que requieren de la participación de la insulina para incorporar glucosa, como por ejemplo el tejido muscular en reposo y el tejido adiposo, se denominan insulinodependientes, y aquellos que no requieren de la hormona para incorporar glucosa, como por ejemplo el cerebro, se denominan tejidos no insulinodependientes. El tejido muscular en actividad se comporta como no insulinodependiente, hecho por el cual se le recomienda al paciente diabético la práctica deportiva.