Este proceso se inicia con la acumulación del exceso de colesterol LDL en circulación, el que junto con las plaquetas sanguíneas penetran a través del endotelio vascular arterial lesionado. A continuación, los monocitos se diferencian en macrófagos y las LDL son sometidas a oxidación e ingeridas por éstos, convirtiéndose en células espumosas. Dentro de las células espumosas y a su alrededor, se produce acumulación de colesterol, constituyendo el ateroma. Algunas de estas células se desintegran, liberando el contenido graso. Además, se produce la multiplicación y migración de células musculares lisas, originalmente por debajo del endotelio, dando lugar a la producción de una matriz de tejido conectivo que otorga estructura a la placa ateromatosa.
Aunque todavía no se ha definido su exacto papel, la apolipoproteína (a) tendría un protagonismo importante, inhibiendo la desaparición del coágulo que puede dar lugar a la placa ateromatosa. La apolipoproteína (a), que procede de la lipoproteína (a), es en un 80 % similar en su composición de aminoácidos al plasminógeno. El plasminógeno activado produce proteinasa que es la enzima encargada de destruir los coágulos. El acoplamiento molecular de apolipoproteína (a) evita la intervención del plasminógeno (Lawn).